El policlínico de Santiago de las Vegas, como muchos del país han
sido liberados de una serie de servicios que, según la Dirección
Nacional de Salud Pública, significan un gasto innecesario para el país.
Realmente no tomé muy en serio esos argumentos, total, si al final
siempre hacen lo que les viene en gana e ignoran las minorías… pensé
mientras me trasladaba al centro de rehabilitación de Santiago de las
Vegas con mi madre y mi tía el pasado viernes en la mañana.
– Mijo, ¿puedes llegar al policlínico y sacarme un turno con el onlcólogo?
– En cuanto lleguemos de inmediato gestiono eso y mi tía se queda aquí contigo por si hace falta algo. – le dije –
Al llegar al centro de rehabilitación vimos que la tecnóloga se
encontraba sola en el gimnacio y le preguntamos por el resto del
personal.
– De 10 especialistas que necesitamos para trabajar bien, solo hay 5. –
explicó. Ya te puedes imaginar como estamos, no damos a basto, menos
mal que esto está suave hoy, porque hay días en los que hay que regresar
pacientes a su casa porque no podemos atenderles.
Entiendo – le dije y me trasladé al edificio de al lado para gestionar el turno medico con el oncologo.
Eran las 9:30 AM, hora en la que usualmente hay mucho personal
esperando para hacerse análisis o recoger resultados. A dos metros de la
entrada vi una señora sentada en un buró y le abordé para conseguir
alguna información.
– Buenos días, ¿podría usted informarme cuando está el oncólogo en el policlínico?
Ella, muy amable me orientó que hacía un tiempo bastante largo el
centro hospitalario de Santiago de las Vegas no estaba prestando ese
servicio, por lo que estaba prestandose en Rancho Boyeros.
– Si quieres me traes la historia clínica de tu mamá y su carnet de
identidad y por teléfono reservo un turno para que ella se trate. – dijo
resuelta.
– Chica, el problema es que mi madre tiene dificultades para
caminar, cuando está mucho tiempo sentada el dolor que siente es
insoportable y no se si soporte la turbulencia del P, además de que en
estos momentos no tengo dinero para pagar una máquina que nos lleve
hasta Boyeros, esperar la larga cola y después nos traiga. Pensé darle
esa descarga, pero contuve la postura.
– Muchas gracias.
– De todos modos si deseas puedes preguntar en la dirección, ahí darán
más información al respecto. – Indicó señalando las escaleras un metro a
mi derecha.
– Eso haré. – le regalé una sonrisa como muestra de agradecimiento y subí las escaleras en busca de la oficina.
En la dirección, se me explicó que la oncóloga había pedido la baja, por lo que actualmente no estaban dando consultas.
– ¿La dirección no convocará a alguien a ocupar esa plaza? – pregunté a
la mujer sentada frente a la puerta –. El oncologo supongo es para
darle seguimiento a las personas operadas de cáncer ¿no?
– Mijo eso lo tiene que tratar la dirección provincial de salud, aquí estamos atados de manos. –dijo con desencanto.
Nuevamente la burocracia hace de las suyas, reflexione irónico para
mi interior. –Es que soy un niño y se nada de medicina, pero la realidad
ha demostrado que, el discurso oficial y su verdad de los policlinicos
municipales, distan mucho del de Santiago de las Vegas.
Y mi ego me golpea una vez más con sus palabras – Que ingenuo eres,
¿Acaso nunca aprendes? No has entendido que todo es un juego? El poder
es quien mueve las fichas, tu eres una, haz un buen papel o serás
eliminado. Esas palabras cruzaban mi mente al escuchar la empleada de
esa institución.
– Entonces? –No hubo respuesta alguna, solo una expresión de dolor.
Luego añadió que antes en ese lugar se hacía Regulación menstrual,
Parascopía, ultrasonido y Rayos X, este ultimo por problemas con la
climatización tuvo que cerrar hasta nuevo aviso.
– Creo que debe existir una persona que de seguimiento a este asunto. –
Le dije, pero fue en vano, era obvio que estaba fuera del alcance de
sus manos hacer algo al respecto, solo hacerse cómplice de la burocracia
imperante –.
Cuando regresé a recoger a mi madre y le hice la historia ella no hubo mucho que decir:
–Mijo, para eso mejor vamos al Hospital Nacional, esto es lo que nos toca de la potencia médica.
¡Ohh si, muy potente, polarizada y contaminada! Ojalá y se descontamine
a tiempo, porque sería una pena para la gente de a pie y para el país
en general. – reflexioné.
– No te preocupes, que por todos los medios trataré de que el ómnibus. sea mi última jugada. –Concluí.
No me extrañó mucho la situación de Santiago de Las Vegas, pero no
pude evitar insultarme cuando en la televisión (Mesa redonda) se hablara
con tanto entusiasmo o ¿empacho? de la calidad y la atención al
paciente en Cuba.
Yo creo que desde mi praxis, sin animo de ofender, la “calidad” está por verse.
Solo queda continuar buscando el dinero para poder trasladarme rápido
y cómodo hasta el Hospital Nacional, donde siempre hay oncologos y una
extensa fila de personas de todo el municipio en espera. Y rezo a
diario, por nunca enfermar y mi madre se mejore lo más pronto posible.
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