jueves, 19 de junio de 2014

Escamotean voluntad del Parlamento Cubano en nueva ley laboral

Que vergüenza, ignorar por completo los diputados, suena como si la
Petición de Miguel Díaz Canel de revisar el proyecto conjuntamente con
varias personas que apostaron por incluir el término Identidad de
Género, fueran ignorados por completo, en mi opinión, tiene un costo
político grandísimo, además de que pone en cuestión el funcionamiento
al interior del Parlamento, además, es un síntoma de que se continúa
-a pesar de haberse llamado la atención en público varias veces por el
presidente Raul Castro- con el doble rasero, la ignorancia, y el miedo
al dialogo y aprender sobre lo desconocido, ¿el estado de derecho
donde fue?.... ¡huelga, huelga!. ¡Ay, pero si es cierto, no se puede,
no tenemos derecho de quejarnos a través de la huelga!
Igual, me parece que fue una metedura de pata y creo que fue
estúpidamente arrogante a la N-ésima potencia publicar un proyecto de
ley medio terminado.

Seguido está publicado el texto de Paquito denunciando el "indicente"
y el Proyecto Arcoiris en Cuba hacen eco del asunto.


Aqui debajo pongo el texto original:

Por Paquito el de Cuba


Estoy indignado porque ocurrió lo que no debía suceder. El nuevo Código de
Trabajo acaba de ser publicado, sin incluir de forma explícita a la
identidad de género como uno de los motivos para no discriminar, dentro de
los principios fundamentales que rigen el derecho al empleo.



Aunque quedó expreso el rechazo a la discriminación por orientación sexual,
que estaba en el proyecto que discutió el Parlamento en diciembre último, y
le añadieron la discapacidad como fruto del debate entre los diputados, la
propuesta de Mariela Castro Espín sobre la identidad de género, apoyada en
el plenario por varios integrantes del máximo órgano legislativo, fue
desconocida por la comisión que tuvo a su cargo la redacción final de la
ley.



El asunto es muy grave. Pone en entredicho los métodos y formas de trabajo
de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el cumplimiento de los
procedimientos legislativos por parte de la dirección del máximo órgano del
Estado y la transparencia en la toma de decisiones a partir de la voluntad
de los diputados y las diputadas, los únicos que pueden ejercer el derecho
de aprobar o modificar leyes en representación del pueblo cubano.



Como recordarán, la inclusión del tema de la identidad de género solo tuvo
el rechazo público en el Parlamento del secretario del Consejo de Estado,
quien a pesar de confesar que no dominaba el asunto, tomó partido en contra
desde su desconocimiento.



También presentó sus reservas hacia las propuestas de la diputada Mariela,
el presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, quien
fue encargado para dirigir la comisión que concluiría la redacción del
cuerpo legal.



No fue atendida ni siquiera la sugerencia del primer vicepresidente cubano,
Miguel Díaz-Canel, quien medió en la discusión y abogó por tener en cuenta
lo allí planteado por Castro Espín.



O hay mucha ignorancia en una parte decisoria de la dirección de este país
sobre las teorías más contemporáneas sobre género, o sencillamente existe un
empecinamiento sobre la base de prejuicios transfóbicos, para no aceptar
algo tan elemental y científicamente fundamentado. O quizás sean ambas cosas
juntas.



Para la ciudadanía y sus representantes en el Parlamento, la lección tiene
que quedar muy clara: no es posible en lo adelante dar votos de confianza a
comisiones ni mediaciones fuera del ámbito democrático de la Asamblea. Eso
no es constitucional ni ético.



Si hay que discutir cada letra de una ley, tendrán que hacerlo. No son
posibles los conformismos ni las presiones a partir de los restringidos
tiempos parlamentarios de las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional.
Las exhortaciones a la polémica y a las decisiones sobre la base del debate
colectivo no pueden ser de mentiritas.



El Parlamento tiene que sesionar las horas y los días que sean necesarios
hasta que haya una votación sobre textos y principios definitivos. No es
admisible que nuestros diputados y diputadas otorguen un cheque en blanco a
ninguna persona o grupo de personas para que determinen sobre cuestiones
sustantivas de derechos con posterioridad al ejercicio del voto.



Solo así conseguiremos que haya respeto a las políticas aprobadas y a la
voluntad expresa del Partido Comunista de Cuba en sus documentos rectores,
sin que nadie se arrogue la potestad de interpretarlos y adoptar decisiones
sobre la base exclusiva de su conveniencia o sus limitaciones culturales o
de otro tipo.



Como militante comunista y ciudadano cubano, lamento y repudio la omisión de
la identidad de género como una posible causa de discriminación en el ámbito
laboral en la Ley 116/2013 Código de Trabajo, sean quienes sean los
responsables de esa antidemocrática exclusión.



Es muy triste que ignorar esta mención de elemental justicia ensombrezca
todo el proceso de consulta popular que previamente tuvo lugar entre los
trabajadores cubanos para poner a punto el proyecto de Código, así como el
espíritu más avanzado y el carácter imprescindible de nuestra nueva Ley.



TEXTO FINAL DEL INCISO b) DEL ARTÍCULO 2 DE LA LEY 116/2013



ARTÍCULO 2.- Los principios fundamentales que rigen el derecho de trabajo
son:



b) igualdad en el trabajo; todo ciudadano en condiciones de trabajar tiene
derecho a obtener un empleo atendiendo a las exigencias de la economía y a
su elección, tanto en el sector estatal como no estatal; sin discriminación
por el color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual,
origen territorial, discapacidad y cualquier otra distinción lesiva a la
dignidad humana.


Puedes opinar a través del blog del Proyecto Arcoiris:
http://proyectoarcoiris.cubava.cu/2014/06/codigo-trabajo-cuba-homofobia/

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