Luis Rondón Paz
HAVANA TIMES — Ayer en la mañana, mientras venía al trabajo reflexionaba sobre la vida y sus particularidades, escuché una conversación de dos personas, que por el tono de su voz era imposible ignorar, además que el tema de conversación comenzó a llamarme particularmente la atención, por la sensibilidad del mismo.
Presté Atención detenidamente y quedé petrificado al escuchar que el “virus del cólera” estaba haciendo de las suyas la ciudad de La Habana, expandiéndose a niveles de agresividad alarmantes.
Uno de los señores (infiero por su bata blanca, especializado en medicina marraba su experiencia con una paciente que presentaba un cuadro clínico sospechoso; una mujer de unos 44 años (bien conservada, fornida) con vómitos y una diarrea semiblanda de color aceptable, la pudo estabilizar evitando riesgo de hacer complicación, al día siguiente esta persona se encontraba ya estable y se le trasladó a observación donde le diera seguimiento otro personal médico.
También mencionó que hay casos en los que el cólera en menos de 24 horas sin un correcto diagnostico termina con la vida de un ser humano (hizo alusión de que hay algunos médicos que no saben hacer bien el examen de detección por la variabilidad de síntomas que está presentando este virus).
Me quedé pensando sobre la historia que esta persona hizo y me preocupara un poco al respecto. Me dije -si los medios de difusión masiva de la información no han hecho aspavientos al respecto seguramente que la situación no es tan grave, son tres o cuatro casos y una que otra complicación por negligencias del personal médico.
Así pensaba hasta hoy que cuando me baje en la Terminal de Ómnibus vi con mis propios ojos la magnitud de la situación: Las puertas están todas cerradas con una a media abertura custodiada por varias personas, a cada transeúnte que fuese a penetrar en la Terminal, se le pedía las manos para su desinfección.
“¡Qué horror!” me dije yo, y de cierta forma me alegraba que estuvieran tomando las medidas pertinentes.
Sin embargo, al mismo tiempo lamentaba la incompetencia de la prensa nacional por no saber implementar una estrategia comunicacional eficaz, en aras de sembrar en los imaginarios de la mayoría el riesgo biológico existente, teniendo en cuenta el pésimo estado sanitario en el que se encuentra el país, y las acciones de prevención que se deben tomar desde lo individual a lo general y viceversa.
Conversaba sobre lo que vi con una colega de trabajo y ella me decía: “Mijo, lo lamentable de todo esto es la cantidad de gente que está muriendo de cólera en este país.”
Yo le respondí: “No mujer, seguro que no lo dicen para evitar el pánico en la población. En fin, que seguimos siendo niños de teta analfabetos que no somos capaces de discernir, entre lo malo y lo bueno, esa es la política del bla bla bla.”
Para cambiar un poco el ánimo le dije en tono de ironía: “Es que estamos viviendo la versión a lo cubano de “El amor en los tiempos de cólera”. Además, hay que reducir fuerza de trabajo ociosa, ¿qué método más eficiente que ese?, arriba, arriba, que hay que eliminar el excedente de personal, fíjate que hasta la naturaleza está de acuerdo.
“Mira que la naturaleza no puede ser tan hija de su madre”, me réplica ella.
“No cojas lucha, que es broma, yo creo que el problema fundamental de todo esto en parte es la poca percepción de riesgo de la gente ante las enfermedades y la escasa cultura de mantener la higiene.”
Es una pena que una sociedad “tan educada” se encuentre en una situación tan embarazosa, espero que se tome conciencia de lo que esta sucediendo por parte de instituciones encargadas de garantizar la calidad sanitaria se pongan las pilas en serio y “en serie” para salir del inodoro (lleno de material fétido) que esta atascado.
Que el cólera no es juego, no muchachos.
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